Giovanni Penna: “Para mí el triatlón fue el desafío para salir de la adicción”


Profesor de Educación Física que ha pasado por muchos deportes, pero que está enamorado y vibra con el triatlón. Tiene 43 años y 5 hijos, y como fue papá a los 19 años tuvo que dedicarse a trabajar, montando empresas y tratando de salir adelante. Ahora con su pareja actual tiene un hijo de 2 años.

¿Cuál es tu relación con el deporte?

Desde pequeño supe que quería ser profesor de educación física, ya que los profesores del colegio me sacaban de la sala para mostrar cómo se hacían determinados ejercicios, volteretas, en fin. Luego en Carabineros hice Yudo, Atletismo, Gimnasia y más grande me metí de lleno en el atletismo. Pero cuando era chico, a los 14 años, vi un reportaje sobre el triatlón de Hawaii y me llamó la atención eso del “Hombre de Acero”. Fue ahí que ingresé a la Católica y estuve entrenando hasta los 17 años en iron kids. Luego practiqué otros deportes, como la lucha, gimnasia, boxeo, atletismo y natación.


Giovanni Penna en su juventud

A los 17 años te fuiste al triatlón, ¿por qué volviste?

Volví porque había superado una adicción que me duró 16 años, en la que entraba y salía. Me acuerdo que luchaba seis meses y recaía un año, iba y venía. Hasta que mi papá me llevó donde un doctor, a quién le confesé que no podía dejar la adicción, que por más que quisiera no podía dejarla. Había tratado de todas las formas pero no podía. Y él llamó a mi papá y le dijo que me creía, que realmente quería sanarme. Para mí eso fue súper importante, porque en ese momento nadie me creía. Luego me interné durante un tiempo, con medicamentos, que finalmente terminó en un alta médica (hace 6 años), cosa que jamás pensé que ocurriría.

Yo tuve 5 sobredosis y en muchas oportunidades con mucha cocaína en la sangre. O sea toda la base deportiva me salvó, porque la primera vez que consumí fue a los 24 años, cuando tuve mi primera separación, que se sumó a una estafa de un amigo y un accidente que sufrí donde mi pie completo se desarmó y me tuvo un año y medio sin poder caminar. Ahí cayó todo. Yo lo único que quería en ese momento era no sentir. Fue una autodestrucción enorme.

¿Cómo fue tu relación en ese momento con tu familia?

Reconozco que nunca me imaginé que le iba a provocar daño a mi familia, a los demás. Nunca. Tampoco que me iba a quedar pegado. Los cerebros son distintos, las personas son distintas. Yo hice una adicción severa que me llevó a estar muerto 5 veces, debido a 5 paros respiratorios. Mal.


Giovanni junto a su familia

¿Qué te llevó a recapacitar, hubo algo que te provocó un click o alguien que te ayudara?

Siempre hay un momento para todo y hay personas que tú te encuentras en la vida y son súper claves. Me encontré con un amigo que tuve en la universidad y me preguntó si yo seguía en la adicción, yo le reconocí que sí, y él me abrazó y me dijo: “Tus hijos no merecen un papá así. No merecen esto”. Y fue para mí tremendamente fuerte esa imagen.

También en este juego hay una lucha con uno mismo. Uno hace un gallito con uno que dice que puede hacerlo todo solo. Yo pensaba, por momentos, que podía tomar alcohol y no consumir drogas. Intenté con todas las fórmulas posibles. Y para mí el triatlón fue el desafío para salir de la adicción. En ese tiempo seguía lesionado pero me puse a entrenar. Y un día cualquiera, en la piscina, me encontré con un amigo. Una “mancha negra” en el agua, con unos dientes blancos enormes y hablando hasta por debajo del agua: Carlos Valdivia. Lo paro y le digo, a ti te conozco. Cuento corto, él me ayudó a entrenar, empezamos a establecer una amistad hasta que le conté mi historia y él como es de fierro me dijo: “No te voy a dejar nunca botado. No voy a dejar que te mueras. Si el triatlón te salva la vida, yo voy a estar contigo en todas”. Hemos creado una amistad tremenda.


Giovanni Penna junto al Negro Valdivia

Hace 6 años que estás de alta y hace tres y medio regresaste al triatlón, ¿desde que volviste a practicar el triatlón, sentiste que te alejabas más del “lado oscuro de la fuerza”?

La verdad es que es el lado oscuro (risas), todos lo tenemos, porque la droga está asociada al placer instantáneo y el triatlón también, pero este último requiere trabajo, disciplina, con disfrutar el día a día. Cada vez que salgo a pedalear doy gracias por estar vivo y para mí eso significa levantarme con ganas para practicar este deporte, tener disciplina, generar nuevos hábitos saludables.

¿Y tú familia cómo ve el triatlón?


Mi amada Marlén, mi pareja, me dice que me ve vibrar con el triatlón y me entusiasma para que lo practique. Ocurre que una de las consecuencias de la drogadicción es un trastorno del ánimo, donde entro en un ciclo que no me permite levantarme y sólo quiero dormir. Entonces tengo una lucha constante. Pero cuando vuelvo a nivelar el estado anímico, entrenando o compitiendo, ella me celebra, pero cuando me ve bajoneado me impulsa, me motiva a que corra y que entrene. Ella ha sido fundamental. Y mis hijos por otro lado, me quieren acompañar a todas, y no sólo los más chicos, sino que me acompañan los más grandes también.


Giovanni junto a su pareja

Es que es muy fuerte para mi familia, porque me vieron muy mal, así que cuando me ven cruzar la meta es espectacular. Mi padre llora cuando lo hago y cualquiera diría que llora porque me demoré mucho en llegar (risas), pero no, lo hace porque me vieron sufrir. Para mis padres que son profesores, fue un golpe muy duro lo que me pasó, no lo podían creer. Tuvieron rabia en un principio y luego entendieron que era una enfermedad crónica. Que su hijo había adquirido una enfermedad que le va a durar para toda la vida y para salir adelante, necesitas sí o sí el apoyo de tu familia. Ahora cuando me ven competir, creen que soy un héroe por la capacidad que tuve para salir adelante. A veces se me olvida que fue muy dura la lucha.


Su familia disfrutando del triatlón

¿Cumpliste tus objetivos en el triatlón, deportivamente, o sólo lo practicas para sentirte bien contigo mismo?

Por supuesto que quiero lograr algo deportivo, ese objetivo siempre está, pero yo no cambiaría mi vida por nada. Recuerdo una vez que estaba ordenando mis cosas y me pillé un libro que adentro tenía un lapiz bic lleno de cocaína. Esto fue hace un año y medio. Y en ese momento me di cuenta que no cambiaría mi vida con nada. Entonces lo primero que hice fue sacarle fotos y después llamé a mi pareja y a Carlos para contarles lo que había pasado. Cada vez que uno tiene una tentación, se recomienda contarlo. Pero con el tiempo he aprendido a cuidarme, me ha pasado que me encuentro con personas de la época del consumo que me dicen juntémonos, salgamos un rato, no consumamos nada. Y les he explicado que no puedo simplemente. Jamás he recibido una mala cara.


¿El negro es tu bastón en el triatlón?

Claro! Siempre el Negro. Pero también admiro mucho a Felipe Van de Wyngard. Recuerdo que un día le escribí en su Facebook y él me respondió, y yo no lo podía creer. Y yo que andaba en otro mundo, con otros hábitos, era una locura. Pasó el tiempo y un día lo conocí en la funeral de Augusto Scalon. Hasta que en el triatlón de Antofagasta le pregunté si podía ayudarme, y él feliz. Hoy Fande me entrena. Sabe toda mi historia, somos amigos y me guasquea para que salga adelante, es otro pilar que tengo en el triatlón.


¿Tú sientes que la gente que te conoce y sabe tu historia, cambia su actitud hacia a ti o siente empatía?

Yo creo que entienden más porque no entienden porque un gallo como yo haría triatlón. Ocurre que tengo una morfología distinta, yo soy pesista, luchador, tengo una masa muscular grande para este deporte. Pero es mi desafío, es mi paralelo con la vida. Cada vez que llegó a la meta para mi es volver a triunfar nuevamente y yo me emociono de puro hueón no más. Porque estas cosas me hacen feliz y me sacan adelante.

Yo creo que antes de la droga me sentía una persona muy especial, pero después me sentí más humano. Aterricé. Cuando yo me metía a la Legua a las 5 de la mañana, y consumía con cualquiera, podría haberme pasado cualquier cosa. Y aquí estoy. Yo creo en Dios y si estoy vivo y nunca me pasó nada en situaciones extremas, tal vez es porque estoy para dar el testimonio y transmitirlo sin vergüenza, sin vergüenza alguna.


Giovanni, te felicitamos por la fuerza voluntad y las ganas de querer ser feliz. Gracias por compartir con nosotros tu historia de vida que nos sirve de ejemplo de superación!

Fecha de la entrevista diciembre 2015

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que gran valentia! un abrazo enorme!

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