Cristian Aspillaga: “En otros países los cupos se los pelean”


Race Report ITU World Triathlon Grand Final Rotterdam 2017

La previa

Dicen por ahí que cuando se cierra una puerta, en algún lugar se abre una ventana. Después de quedar fuera del mundial 70.3 de Chattanooga por un tema extradeportivo, se dio la oportunidad de ir a la ITU World Triathlon Grand Final Rotterdam 2017, que además es el campeonato mundial de triatlón para age group, en un formato que me acomoda mucho más por mis características. Además es una prueba, a mi juicio, más justa (todos con drafting, ley pareja no es dura).

La preparación para la prueba comenzó un poco tarde, ya que supe con poca antelación que iba a tener la posibilidad de participar (ya volveré sobre este punto al final del reporte), así que aproveché la inercia de la preparación para Rapel para llegar bien a Rotterdam, razón por la cual decidí competir en distancia sprint. La preparación no estuvo exenta de problemas (¿alguna lo está?). Todos los inviernos tengo algún cuadro respiratorio que me deja fuera de las pistas un tiempo, pero esta vez fue mucho más rebelde de lo usual, estando 3 semanas sin poder entrenar bien. Cada vez que me sentía un poco mejor, volvía desesperado a entrenar y caía de nuevo. Cuando por fin me mejoré, con la ayuda de mi nutricionista Camila Alzérreca, quedaban 4 semanas para la competencia, y tuve que decidir entre recuperar parte de la base perdida, hacer la puesta a punto como si nada hubiese pasado o una mezcla de las dos. Finalmente seguí el plan tal como estaba, lo cual pareció una pésima idea las primeras dos semanas. Sin embargo, en la tercera empecé a recuperar buenas sensaciones y a tener correlaciones entre ritmo/potencia y frecuencia cardíaca más normales, así que viajé con toda la fe, ¡a darlo todo!


Javier Gómez Noya con Cristian

El vuelo para llegar a Amsterdam fue con escala en París, a donde llegamos con un retraso considerable, lo que casi me hace perder la combinación. Este retraso, que parecía más bien una anécdota más, tuvo una consecuencia posterior: la maleta con la bicicleta no llegó. Por lo tanto, los primeros días tuvieron una tensión adicional por la incertidumbre, y además tenía que estar de punto fijo esperando, perdiendo tiempo de entrenamiento y de conocer la ciudad. Finalmente la bicicleta llegó el jueves 14, con 3 días de retraso y con los cierres de la maleta hechos bolsa (mal KLM ahí).

Ese mismo jueves 14 tuvimos oportunidad de nadar en el sector donde iba a ser la competencia. La actividad fue muy concurrida, la temperatura del agua era de unos agradable unos 18°C, y el agua un poco movida y con una leve corriente. En la noche fue la tallarinata en una iglesia histórica de la cuidad, donde se vivió un ambiente muy festivo, con delegaciones muy numerosas (Gran Bretaña, Japón, México, Noruega, Estados Unidos, el local Holanda, etc.), todas con sus uniformes. Nosotros teníamos nuestras poleras de la FECHITRI, pero el clima no estaba para polera (el clima fue muy frío y con mucha lluvia los días previos a la carrera), por lo tanto, sólo las lucimos para sacarnos fotos. Víctor Meléndez fue con una bandera de Chile, la cual llamó mucho la atención a la gente de otros países, quienes se acercaban a conversar y se sacaban fotos con nosotros. Lo otro que me llamó la atención es que nos preguntaban cómo habíamos clasificado, por lo que infiero que en otros países los cupos se los pelean, ya que el interés por asistir es mucho mayor, lo que hacía también presagiar el nivel que tendría la competencia.


Cristián Aspillaga, Víctor Melendez y Jürgen Contreras

El viernes 15 y el sábado 16 en la mañana fueron las competencias de los junior y sub 23. Competían chilenos, por lo que estuvimos viendo y apoyando. El sábado en la tarde fue el turno de los Elite, carreras en las cuales se definían los primeros lugares del ranking mundial. El poder presenciar este espectáculo fue un gran valor agregado que tiene el ir a este tipo de eventos. La competencia, en la que se daban varias vueltas tanto en ciclismo como en trote, se sigue en directo y en una pantalla gigante para no perder ningún detalle. Después de ese baño de adrenalina había que ir a descansar, cenar y preparar todo para el gran día.

Por suerte no estaba nervioso por la carrera, sólo un poco ansioso, así que pude dormir bien. El domingo abrí la ventana y, para mi sorpresa, ¡el cielo estaba casi totalmente despejado! Un poco de sol entre tanta lluvia en el día más adecuado. Todo eso me llenó de buenas sensaciones. Me sentía muy agradecido de poder estar ahí y poder salir a dejarlo todo en la competencia.

En la mañana compitieron los de distancia olímpica, largando por oleadas, mientras que en la tarde competíamos los sprint. Mi largada fue a las 16:25. Fui al sector de llegada y Víctor ya había llegado a la meta. Después de las felicitaciones correspondientes, dejé las zapatillas en la T2, y emprendí pedaleando rumbo a la T1 que estaba muuuuy lejos, cruzando un puente. Dejé las cosas, y otra larga caminata a la zona de calentamiento. Por suerte se podía calentar en el agua, porque no me acomoda nadar sin haber dado unas brazadas antes. Treinta minutos antes de la largada había que salir del agua y formarse con los de gorro del mismo color.

La carrera

La partida fue desde el mismo pontón que utilizaron los Elite, ubicado en un muelle, pero sin piquero, sino que desde el agua con una mano en el pontón. Un minuto antes de la partida nos dieron la instrucción de entrar al agua. Una vez ahí veo que el muelle llega hasta unos 30 cm por debajo de la línea del agua, por lo tanto, intento una acrobacia circense elevando los pies hasta tocar el muelle, para lo cual había que sujetarse al pontón con una mano con mucha fuerza. ¿Y el GPS? Decidí prenderlo con los dientes (jajaja) ya que, si no después me arrepentiría de no tener los datos de la carrera. Diez segundos para la partida, sonó la chicharra y, ¡a lo que vinimosssssssssss!

Finalmente la acrobacia circense resultó, me pude empujar fuerte del muelle y hacer un subacuático tipo Ryan Lochte, lo cual fue fundamental para empezar a nadar cómodo. Hasta acá, iba bien. Pasaron los metros y me empezaron a pasar corredores por los costados. Traté de hacer lo que hago siempre: buscar unos buenos pies para seguir. Pero el ritmo que llevaban era imposible de seguir para mí (después en el reloj GPS vi que iba a 1´15”, que claramente no es mi ritmo natural de natación), lo que me hizo concluir que la cosa iba en serio. Así llegué a la primera boya, que estaba a unos 300 metros, sin encontrar a alguien a mi ritmo. Ya al retorno pude ir en un grupo un poco más cómodo. Mi sensación fue que había salido muy atrás del agua, pero no fue tan así, salí en el lugar 24 de 87 que completamos el segmento. Salimos por un muelle en la otra ribera del río, para emprender rumbo a una eterna T1. ¡El GPS me marcó que fue 1 kilómetro exacto! Todo el mundo iba corriendo a gran velocidad a buscar la bicicleta, como si se fuera a acabar el mundo, así que yo no podía ser menos, llegando muy ahogado a buscar la bici, y… ¡a pedalear se ha dicho!

El ciclismo era el segmento al que más temía. Primero porque es mi disciplina más débil, y segundo porque el circuito era muy técnico, y no creo ser particularmente hábil en la bicicleta. La primera mitad del ciclismo era la más técnica, con muchas curvas tanto rápidas como en 90° e incluso 180°, subidas por escaleras con rampas (sí, así de trabado era). La superficie alternaba ciclovías, adoquines y calles angostas. En esta primera mitad traté de mantenerme en grupo con dos holandeses y un británico, pero lo trabado del circuito y la poca coordinación del grupo hizo que me cortara. Justo antes de llegar al puente que marcaba el retorno y el comienzo de la parte más “pedaleable”, me alcanzaron 2 belgas y un irlandés y me invitaron a irme con ellos (aunque no necesitaba invitación, igual lo iba a hacer, jajaja). El ritmo de este grupo era muy bueno, tanto que en la subida al puente cazamos a mis antiguos compañeros de grupo, y sólo el británico se pudo sumar. Después del puente venía la parte más plana con calles anchas y ahí el grupo ya estaba coordinado y trabajando a gran velocidad. Así, el resultado del ciclismo me sorprendió. Llegué a la T2 cerca del lugar 20, aunque en ese momento no lo sabía, y me sentía muy metido en la competencia y con ganas de bajarme a correr.

Comencé el pedestrismo sin ningún calambre ni dolor, lo que es un gran logro dado lo intenso del ciclismo. De mi grupo de ciclismo, el británico se escapó a gran ritmo, y vi a uno de los belgas a unos 10 segundos. Los demás, infiero, se quedaron atrás. Pasé el primer kilómetro a 3’40”, bastante cómodo, segundo kilómetro al mismo ritmo y ahí ocurrió lo inesperado: me vino un intenso dolor en el costado que me hizo bajar el ritmo violentamente, por encima incluso de los 5’30” por km de acuerdo al GPS. Me empezaron a pasar muchos competidores, pero traté de no desesperarme, de buscar la respiración adecuada para poder retomar el ritmo. En el kilómetro 3 me sentí un poco mejor, aumenté el ritmo, pero sufrí una recaída que me mandó de vuelta al pozo. Kilómetro 4 de la procesión, vi que se acercaba un grupo grande de corredores de mi categoría, así que apreté con lo poco que me quedaba y, ya con un poco menos de dolor, llegué a la meta a un ritmo más decente.

Conclusiones y reflexiones

Finalmente terminé en el lugar 35 de los 87 participantes. Al llegar a la meta el sentimiento fue de frustración, ya que el resultado podría haber sido bastante mejor, pero con el correr de los minutos los sentimientos negativos fueron decantando y empezaron a aflorar los positivos. Me di cuenta de lo increíble que fue poder estar ahí, y sentir que puedo competir de tú a tú con los seleccionados amateur de cualquier país. El aprendizaje fue mucho, tengo en mente mil ideas para aplicar a los entrenamientos (míos y de mi polola) y detalles para mejorar en las competencias. En suma, es un evento único y recomiendo totalmente no faltar a los que tengan la oportunidad. El próximo año será en Gold Coast, Australia.

Respecto a la posibilidad de estar ahí, agradezco mucho a la FECHITRI la oportunidad y el apoyo. Dicho lo anterior, hay muchos aspectos que se podrían mejorar, entre los cuales está dar una mayor difusión y cobertura al evento clasificatorio a la Gran Final, definir y publicar quieres son los deportistas clasificados y buscar un mayor apoyo de los mismos auspiciadores de la Federación para tener una selección uniformada (en la tallarinata éramos casi los únicos que no teníamos uniforme de la selección).

Creo además que hay un tema más profundo, y espero contribuir con un grano de arena a través de este reporte a que no siga siendo así, y es que el triatlón de corta distancia es el “pariente pobre” del triatlón en Chile, con muy poco interés en las carreras de estas distancias (salvo excepciones). El ejemplo más claro es comparar el interés que hubo por ir a Chattanooga con el que hubo por ir a Rotterdam, siendo que en otros países la realidad es distinta, los cupos se los pelean y si analizan los resultados verán que el nivel es realmente fuerte. Creo que si en algún momento confluye el interés de la FECHITRI con el de los triatletas por eventos de este tipo el resultado puede ser muy beneficioso.

¡Salió un poco largo el reporte! Pero no me quiero despedir sin antes dar los agradecimientos a mi polola Carolina, que me apoya en todo, a mi familia, mi club Nicesport y a Trichile por todo lo que hace por el triatlón chileno. Un abrazo a todos.

Cristian Aspillaga

Nicesport

Fecha de la carrera: Domingo 17 de septiembre de 2017

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