Carta abierta a Carlos “Negro” Valdivia


En los años que el triatlón era pequeño, en donde viajábamos más de 800 km para correr un sprint, en donde la carrera más larga que se corría era Pucón y no era medio Ironman, en donde cada club tenía la obligación de organizar una carrera al año, en donde se corrían más duatlones que triatlones en un año, en donde las carreras masivas tenían a 60 corredores, ahí te conocí Negro Valdivia, cuando él todavía trabajaba… y yo con apenas 11 años.

Al principio de los noventa el triatlón era muy distinto a lo que es hoy, las zungas eran los trajes de competencia y las poleras cortadas como peto eran lo más importante a la hora de la carrera, los trajes de agua eran gruesos y muy poco flexibles, y todos, bueno, o casi todos hacían el trote sin calcetines… ahí te conocí Negro Valdivia.

Dueño de un trote infernal, sabíamos que entre los age group, no se llamaban así tampoco, eras uno de los que mejor corría sino el que más, una vez me contaste que durante un año en la hora de almuerzo del trabajo, corriste sólo en escaleras y eso te había ayudado a ser fuerte en el trote… y por Dios que corrías fuerte.

Durante varios años cada organizador disponía para los triatletas un albergue para que se pudiesen alojar antes de cada competencia, ahí te conocí Negro Valdivia. En un colegio de Villarrica, nosotros llegamos y en una de las salas del colegio estabas, andabas solo esa vez, sin Mónica, tu amada compañera, y como si nos conocieras de toda la vida, a mi papá y mis hermanos, nos contagiaste con tus bromas y buen humor y como nos ponías sobrenombre a todos, yo también a ti y ahí quedaste como Don Ramón. En ese tiempo tu compañero inseparable era Hugo Medina “Manolo Galván” por su parecido con el cantante, y tu hasta con una foto de Manolo Galván andabas para mostrarla y que todos viéramos cuanto se parecía. Huguito corría con los colores de la CTC (Compañía de Teléfonos de Chile) y lo bautizamos como el “Multicarrier”. Así te hiciste parte de nuestro grupo de viaje que teníamos en esos años y fuimos a distintos triatlones y duatlones desde Tongoy hasta Puerto Varas.

Pero les debo confesar que el Negro no era sólo risas y muy buenas bromas, tenía su carácter el hombre. Una vez en Arauco, a las vísperas de un triatlón, el albergue esa vez un galpón, colchonetas al suelo no más y cada uno en un saco de dormir. Ya era tarde y había que descansar, nosotros entrando al segundo sueño y de pronto viene llegando una delegación grande, no recuerdo bien si de Pucón o Villarrica, metieron tanto ruido que nos despertaron a todos y al parecer ellos no tenían  ninguna intención de dormir ni de dejarnos dormir, cuando llevaban más de 30 minutos sin cambiar de parecer, el Negro sacó toda su esencia de instructor en la FACH, y de un solo grito logró que más de 30 niños y otra buena cantidad de adultos quedaran en silencio absoluto y que sólo escucháramos el cantar de los grillos para poder dormir, porque al otro día había que competir, gracias. Ahí te conocí Negro Valdivia.

Trabajamos juntos varias veces, tú como juez y yo en la locución, tú corriendo y yo de nuevo en la locución, tú corriendo y yo también, era impresionante el magnetismo que tenías, la gente se te acercaba a saludarte, te abrazaban, te daban besos, te pedían piropos, te daban las gracias. Porque eras así, de todos, del triatlón, de los triatletas, de nosotros.

No sé si quienes lean esto saben, pero participó en el primer triatlón que se hizo en Chile y de ahí no paró más, corrió el maratón de la Química Hersch, antiguo Maratón de Santiago, corrió una locura (por esta sí que yo lo admiré siempre), el Ultramaraton Santiago-Viña. Corría un Ironman cada dos años y estuvo también en Kona, y tanto más, siempre con una sonrisa, siempre con el apoyo, siempre con la broma y siempre con el ánimo y el piropo también, “ te ves regia” les gritaba a ellas, pedía apoyo de quienes estaban mirando y agradecía en los abastecimientos y al cruzar la meta hizo siempre el avioncito. Desde que tengo memoria siempre llegó haciendo el avión.

Hoy te vas, pero no nos dejas, porque con nosotros tu recuerdo queda. Hoy no te alejas, porque en cada uno de los que te conocimos, nos cruzamos contigo o simplemente te vimos estar cerca de nuestro amado deporte, tú también estás, tu pasión sin límites será hoy nuestra y el espíritu del triatlón que habitaba en ti, es historia grande, es legado, es herencia y es leyenda.

Hasta siempre querido amigo, hasta siempre Carlos “Negro” Valdivia. 

Con amor Jaime Opazo Díaz

Viernes 24 de marzo de 2017

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