José Ignacio Castro: “`Cataaaaaaa´ grité a lo Rocky y ahí apareció entre la gente”


Race Report Ironman Wisconsin 2023

“¡Vai segundo negro!” Me gritó la Cata, mucho más emocionada que yo, que ya iba sintiendo el rigor del Maratón en el kilómetro 22. “¡Si sigues así agarras al primero en el kilómetro 28, pero sigue tranquilo no te pases!” Fue lo último que alcancé a escuchar y encantado hice caso a la instrucción. Lo que vendría después no lo imaginamos jamás.

Lo primero: ¿por qué llegamos a Wisconsin? ¿dónde es la carrera? ¿cómo se llega? Nos preguntaron eso 50 veces y la respuesta para un triatleta era fácil, más no para un externo a nuestro mundo.

Originalmente íbamos a Tulsa, la ciudad más fome de Estados Unidos según “Friends”, porque el objetivo era buscar un cupo a Hawaii y por tiempos históricos de término del Age Group (categoría) + cantidad de slots a entregar, cuadraba el plan. Me tenía fe, llevo 2 mundiales 70.3, habiendo salido 16vo de mi categoría en St. George el año pasado y he clasificado a varios más. Entonces pensaba “¡cómo no voy a poder ir a la isla!”. Bueno, Ironman y sus cositas cambiaron la organización de los mundiales a principios de este año e hicieron que los hombres que clasificaran en Tulsa, fueran a Niza y no a Kona. Nada contra Niza y sus Baguettes, entiendo lo romántico y lo que es para el triatlón mundial, pero Kona es Wimbledon, la Catedral, Tierra Santa y si voy a embarcarme en un mundial de Ironman en cuerpo y billetera, el primero debe ser Hawaii. De ahí que hablé con Ironman y pedí cambiar Tulsa por una carrera en el 2º semestre que diera cupos para Kona 2024, entonces viendo el calendario lo único que cuadraba era Wisconsin. Como fanático de la NFL y That 70’s Show, sólo sabía que cerca está Green Bay (donde juegan los Packers) y que hay choclo para abastecer al mundo. Así, llegamos a Madison, con la esperanza de agarrar uno de esos 20 exiguos cupos que la carrera dio (antes daba cerca de 50).

Este proceso de IM lo partí oficialmente el domingo 16 de abril, luego de volver de una semana de trabajo en Estados Unidos y caer justo en el matrimonio de mi hermano Cristóbal y mi querida cuñada Denise (que aprovecho al toque de agradecer ya que ellos se quedaron con Juan Martín esta semana). Después de esa fiesta, todo lo que no fuera trabajo o familia, fue Wisconsin.

Me gusta entrenar en silencio. No soy de publicar cada sesión y cada ritmo que sale, principalmente porque creo que no genera inspiración, sino todo lo contrario y caramba que tuve sesiones para compartir. Con las sesiones para compartir me refiero a que hubo de verdad muchas memorables, unas en solitario y otras con los muchachos/as de Runnit Tri. Para los analíticos, desde el día de inicio a un día antes de la carrera, este proceso tuvo los siguientes números y takeaways:

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Split de kilómetros por disciplina

  • Swim: 207.213 mts – 54 horas. Lo principal es hacer que las sesiones sobre 3.200mts – 3.500mts sean el standard. Mucha paciencia con esto ya que para quienes nadan grupalmente puede ser difícil por la cantidad de tiempo que se demoran en los descansos. Ideal si después de cada sesión pueden quedarse haciendo algunos metros a ritmo endurance para completar más volumen.
  • Bike: 3.253kms – 115 horas (hay muchos kms de Zwift). Acá lo clave fueron los rodillos en invierno. Me tocó uno de +5 horas un fin de semana de lluvia. Incomodar al cuerpo y mente es un aspecto clave en el entrenamiento de un Ironman. No hay para qué hacerlo todos los fines de semana, pero hay que salir de la zona de comfort. En adición, los entrenamientos sobre 5 horas hacerlos acompañados al principio para que pase más rápido. Practicar la nutrición e hidratación cada fin de semana como si fuese la carrera. Acá hay que invertir y tener un stock potente de geles y drink mix para todo el proceso. Es la mejor forma de sacarlo adelante. No apretarse en eso, hay que entrenar para rendir.
  • Run: 917kms – 61 horas. Dependiendo de la metodología de entrenamiento que sigan, mi mejor consejo es enfocarse en el 80/20 con muchísima (de verdad, muchísima) zona 2 y hill reps ajustados a donde puedan entrenar subidas. Las repeticiones en subida fueron parte esencial de mi preparación, ya que te dan mucha intensidad con menos stress para el cuerpo.
  • PF: 2 sesiones mínimo semanales de 50 minutos promedio c/u.
  • 1 Carrera: Topman Arica (Half) 3 semanas antes para probar todo. Acá es donde las cosas tienen que salir mal.

Con esta programación y fitness, nos embarcamos a esta nueva carrera volando vía Miami con destino Chicago, para agarrar un auto y manejar 1:45hrs para llegar a Madison.

Toda la previa se hace en el Monona Terrace & Convention Center que albergaría a los deportistas y sus familias durante todo el fin de semana, ya que el sábado también había 70.3 (y un puñado de entusiastas hicieron la dupleta). Dentro de sus salas o “ballrooms” se llevaron a cabo la expo, tienda Ironman, check in de deportistas, transiciones con sistema de bolsas, premiaciones, servicio técnico, etc. Realmente una producción de lujo.

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Ballroom C, con las bolsas de la T1

El día de la carrera el clima pintaba para estar perfecto. Nublado y poco viento para tener un agua sin contratiempos. Nos pusimos en el corral de tiempos esperados 1.00 – 1.05, pero adelantito. Himno de Estados Unidos y al agua con rolling start de 5 deportistas cada 5 segundos. Ese momento es increíble, simplemente agradecer el poder estar parado ahí, junto a casi 1.500 personas más y que mejor que con la Cata ahí presente, haciéndome sentir local y transmitiendo el apoyo de todos desde Chile.

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10 minutos antes de la partida

El agua tenía mucha similitud con mi querido Lago Rapel, con ese particular sabor barroso y cero visibilidad, así que había que ir tocando patitas no más porque no se veía nada. Fueron 2 giros de 1.900mts, donde el primero salió perfecto dentro del plan (31 minutos) y el segundo, como estaba planificado, salió un poco más lento, porque ya había que empezar a pasar a todos los que habían partido después. Mucho manotazo y pasada por encima, pero había que seguir. Sentí que se me acortó mucho la brazada por tanto zig zageo y eso pegó en el ritmo, pero igual había que tratar de salir del agua como si nada hubiese pasado. Ese es el primer hito que hay que cumplir para un Ironman exitoso.

Miro el reloj que me marca 1:04, en plan, pero de todas maneras apreté fuerte en la T1 ya que era larga. Subimos por el famoso “Helix”, que no es nada más que una subida para autos en forma de espiral. Lleno de gente, un ambientazo. Ahí hasta el piso 4, luego entramos a uno de los salones donde estaban las bolsas. Antes de entrar, afuera del salón, había un voluntario con un micrófono que iba gritando tu número. “One two seven!”, se escuchó fuerte, y una decena de voluntarios ya estaban ubicando tu bolsa para tenerla disponible antes que llegaras y así básicamente solo sigues corriendo. Luego me fui detrás de unos biombos, me saqué el traje (había strippers abajo, pero no los usé), me puse el casco y a la bicicleta (terminé haciendo la T1 más rápida del Overall en 4:28 y solo en la transición subí 16 puestos, así que nunca hay que mirarlas en menos).

La calidad de la ruta de la bicicleta creo que es el único low point de la carrera. Importante fue haber hecho el circuito en auto el viernes con Carlos Echeverría de Iones y Cristian Godoy y Héctor Navarro de Trimps, pero en auto no se sintió tan malo. Era un circuito completamente binario. O era ese asfalto gringo perfecto que te genera placer, o era uno con grietas cada 5 metros que te hacían ir pegando saltitos muy incómodos, peor que Pucón. Hace 1 mes había cambiado a tubeless por lo que ni cámara de repuesto llevé y con tanto bump, pensé más de una vez que podría explotar un neumático, pero por suerte no pasó nada (mención a Dani de Norpat que me instaló el tubeless).

El circuito de 182kms totales tiene forma de “lollypop” como dicen en USA. Es decir, un palito con un anillo en un extremo, donde damos 2 vueltas al anillo y volvemos por el palito. Los paisajes son increíbles. Cornfields por todas partes, subidas, bajadas, curvas y contracurvas. Realmente entretenido. Había muchos repechos donde los locales hacían túneles y te hacían sentir un pro. Harto disfraz de vaca y fans de los Packers. Realmente una fiesta en la mitad del campo. De nuevo, lo único gris fue la calidad del asfalto a ratos.

Justo antes del primer giro hay un pueblo que se llama Verona. La Cata había tomado un shuttle que salía del Monona Terrace y estaba ahí esperando. Había muy buen ambiente y al pasar por el sensor, este le avisaba a Tony Lugo (La Voz) y el a su vez iba gritando tu nombre por altoparlante. En mi caso fue “desde CHI - CHI - CHI - LE - LE - LE JOSEEEE IGNACIOOO CASTROOOO”, notable.

Pasar por Verona fue clave porque venía pedaleando muy solo por mucho rato. Recuerdo haber identificado a la Cata varios metros antes y ella a mí también, entonces me hizo señas desde lejos. Agarré una de mis botellas que ya estaba vacía (esas verdes de Gatorade) y se la tiré, así que me quedé sólo con una botella más que tenía carbo e iba tomando agua en todas las estaciones. Esa botella de carbo era fundamental porque era con lo que había entrenado y sabía que me llevaría hasta el final. La Cata me grita “¡vas quinto, hidrátate bien que hace mucho calor!”

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1era vuelta, Verona, Km 86.

Pasamos Verona y volvemos a la soledad. En el kilómetro 100 llegamos al punto donde hay un cartel con 2 flechas, hacia la izquierda y hacia la derecha, donde salía “to finish y second lap” respectivamente. Doblamos a la derecha y partimos la segunda vuelta del “lollypop”. Luego de esa curva hay un empalme donde nos juntamos con todos los que venían desde la T1. No se puede decir que son rezagados porque no todos partimos al mismo tiempo, pero sí llevábamos su distancia ya. Uno me empezó a agarrar a palos, la verdad es que no entendía muy bien por qué, pero debe haberse visto amenazado por la bandera chilena de mi trisuit. Era de perfil grande, de mucho watt, bajo watt/kilo y con lenticular, es decir, subía muy lento. Lo pase y me volvió a pasar inmediatamente. Luego lo mismo y de nuevo. Más adelante venía una gran bajada donde se veía al final una mayor subida, dije “en la subida lo planto y sigo tranquilo a mis watts” y calculé pasarlo justo en el punto de inflexión, entonces durante la bajada me perfile a distancia atrás de él y me acerqué calculando pasarlo para cuando justo partiera la subida. Hago el adelantamiento y empiezo a escalar fuerte y lo dejo atrás por fin, muy atrás. Seguimos metidos, volvemos a los watts, comí, seguí tomando agua y unos 5 minutos después aparece una moto. Tarjeta azul por supuestamente hacerle drafting al monigote del lenticular. No lo podía creer, nunca me habían penalizado, era una situación desconocida. “In the next penalty tent you stop and tell them you’ve got a Blue Card - one two seven”, me dice.

Ironman hoy por hoy castiga mucho a discreción y si hay algo que leí repetitivamente y donde se le ha puesto harto énfasis, es en no discutirle a los árbitros por muy malos que sean. Mis años de Rugby me enseñaron eso y lo saqué en práctica. No había tiempo para frustraciones, así que era momento de tomar decisiones. ¿Seguimos al mismo pace? ¿le metemos más en la bici? ¿tratamos de recortar en el trote? Durante 5 minutos pensé qué hacer y luego recordé que pase lo que pase, debo seguir comiendo e hidratándome. Instintivamente voy a agarrar la botella que me quedaba y “mierda”, no está. Debe haber salido volando en un bump…

La Cata ya estaba de vuelta en la T2 comentando por Whatsapp con todo el team y nuestras familias y en paralelo se armó un grupo muy especial con Mauro Smith y Chago Figueroa, ambos de Runnit. Ahora junto a la Cata, eran 3 Ingenieros/Triatletas calculando, proyectando, simulando y analizando toda la información que la Cata me tenía que transmitir en los diferentes puntos donde ella se iba a mover dentro del trote. Para verlo en perspectiva, el que iba primero en mi categoría nadó en 52 minutos y terminó pedaleando en 5:11:27, es decir se bajó a correr 22 minutos antes que yo.

De vuelta a la bici y yo sin la botella, no me queda otra opción que no perdonar ni un aid station. Me tomé una botella de agua en cada uno (mitad adentro y mitad afuera) y me llevaba un Gatorade metido en el trisuit porque no eran compatibles con los porta botellas. Saqué también un par de geles extra para compensar todo el rato que estuve con menos ingesta vs el plan y seguimos nomás, sufriendo con los hoyos y saltitos, pero venía bien. Me sentía cómodo dentro de los watts, sin grandes molestias y así llegamos por segunda vez al punto del giro, pero ahora doblamos a la izquierda y la soledad nuevamente fue protagonista. No había absolutamente ni un ciclista adelante y atrás tampoco. De hecho en algún cruce pensé que podía estar perdido, pero las flechas en el asfalto indicaban que íbamos bien.

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Sin botellas atrás y sólo con la botella de Gatorade en el trisuit. De fondo: choclos.

Llegamos a la T2 y por fin divisé el penalty tent. Me bajo y grito: “one two seven, blue card, go go go! Y rápidamente me pasan un cronómetro. Nunca había estado en un penalty tent así que pregunto “what can I do and not do?” Y finalmente pude comer, entregarles basura, dejar la bicicleta con cambio liviano ya que venía el Helix de subida hacia el parque cerrado y elongué un poco los glúteos. Obviamente, el tracker se había quedado pegado conmigo llegando a la T2 y nadie entendía nada. Terminamos la bici y los casi 2.000mts de ascensión acumulada ya eran historia.

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Vista del lado sur del Parque Cerrado (T2) desde el paso peatonal sobre nivel

Pasaron los 5 minutos y seguimos con el mismo plan: correr a 4:15 promedio, en un circuito que la verdad no estudié muy bien (+300mts acumulados). Eran 2 giros, que te llevaban desde downtown, pasando por dentro del Estadio de Fútbol Americano del equipo de la Universidad de Wisconsin y de ahí un paseo por gran parte del Campus de la misma universidad. Un ambientazo y una cantidad de voluntarios espectacular.

La T2 fue un trámite y salimos. Aprieto lap y el reloj se queda pegado. Ya me había pasado lo mismo en Topman Arica y siendo un buen reloj, de buena gama, jamás pensé que me iba a pasar de nuevo. Había desconectado el bluetooth y todo, pero estas cosas pasan. Eso sí, esta vez había plan B ya que llevamos otro de repuesto. Salgo del ballroom con dirección al circuito de trote y la Cata me dice “vas quinto, muy bien, ahora a correr inteligente”. Le respondo “¡ok, pero cagó el reloj!”, pobre casi le da un infarto, se saca la mochila y empieza a buscar el reloj de repuesto. La vi de reojo hacer la búsqueda, pero no pude parar, menos después de esa tarjeta del demonio. Cuando el reloj murió en Arica, corrí a sensaciones y acá también lo iba a hacer, total ya vendría un encuentro más adelante para ponerme el reloj de repuesto en caso de ser necesario.

A sensaciones partimos y era todo bajada, me sentía bien, venía entero, con buen braceo, espalda recta, hombros relajados, poco tiempo de contacto con el suelo y buen ritmo. Iba “smoooooth” como repiten en las transmisiones de Ironman. De repente, en algún lugar entre el km 1 y 2, Mr. Garmin volvió a entregar data en modo running y me marca un tranqui 3:45/1000 promedio. CE-TE-EME, tranquilidad Castro que queda mucho. Bueno, la salida era pura bajada así que de a poco vi como el Pace promedio subía, pero la verdad es que subía muy poco. Iba rápido y me sentía bien…peligroso.

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“Smooooth”

Salí a correr completamente solo. Al primer deportista lo pase al kilómetro 1 y al segundo un poco más adelante, pero ese estaba tirado en el pasto recibiendo ayuda. Ya hacía calor y la bicicleta había estado durísima. 2 menos decía yo, pero no tenía idea del AG de esos tipos, así que de vuelta a concentrarnos en nuestro trabajo.

La pasada por el Estadio fue muy entretenida, pero el pasto sintético te traga. Es como correr en arena movediza y por suerte es una sola vuelta a la cancha (por lap). Salimos del estadio y nos dirigimos en dirección al Campus que partía en el km 7, donde vendría la primera gran sorpresa. El calor ya era tema y venía algo que no logré prever: dentro del Campus había 2 subidas realmente Puconianas. Las ataqué e ipso facto mis piernas me dijeron que no lo hiciera a esa intensidad. Vino el primer calambre, pero logramos controlarlo trotando un poco más suave y manteniendo la técnica, pero me asusté. El problema cuando uno está así, es que las subidas duelen y las bajadas son peores. Es decir cuesta “descontar” tiempo bajando rápido por subir más lento, entonces hubo que ponerse un bozal y no arriesgar tanto en esas subidas y bajadas. ¿Qué hice? Durante la segunda vuelta, estas subidas del campus la hice caminando, así de simple, sin tapujos. Creo que es la mejor decisión que he tomado con poco oxígeno en la cabeza. La recomiendo, caminar sin vergüenza será mejor que caminar con, entonces háganlo a tiempo si lo creen necesario. Entrené algunas sesiones así ¡pero la idea era caminar en los aids stations para abastecerme mejor y no en las subidas para no morir! La toma de decisiones nuevamente factor fundamental de esta historia.

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Pasada por la cancha de los Wiscosin Badgers

Saliendo ya de ese set de subidas, venía una bajada bastante pronunciada y luego un ida y vuelta plano en una calle con mucha onda, mucha gente y ahí estaba de nuevo la Cata con todo el análisis del team de ingenieros. Kilómetro 10 y me dice “vas cuarto y el tercero a un minuto”, “si sigues así ganamos, pero tranquilo”. Me sentía bien, eso fue un boost energético total, así que simplemente el negocio era no pasarse de rosca y no olvidar la nutrición.

Ya en la parte final de la primera vuelta, la Cata estaba de nuevo con más novedades. En la primera vuelta, yo no sabía bien donde iba a estar esperándome a diferencia de la segunda vuelta y fue muy astuta porque no innovó en los lugares. Después de varios kilómetros viene lo que nunca olvidaré. Kilómetro 31 y me grita “vas primero, ya está, los otros van mucho más lento, por favor control, tranquilo”. Mi respuesta fue “ok, no puedo más que esto” (pero tampoco quería menos). La instrucción desde los HQ en Santiago era tranquilidad, que ya estaba, que no había para qué arriesgar. No lo puedo creer, se me vinieron una mezcla de sentimientos y sensaciones, pero mi foco estaba en no aflojar. No iba mal, de hecho nadie en toda la carrera estaba corriendo a mi pace o más rápido, pero empecé a pensar “¿es necesario sufrir tanto?”. No olvidar que el objetivo del 4:15/1000, que al final del día es un maratón sub 3 era algo que me encantaba. A los 42 años, con 3 niños y un perro, sería un trofeo personal…

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Vista al frente

Ya con muchos más deportistas corriendo se hace más entretenido y también hay más gente en la calle lo que da energía. Empiezo a visualizar la meta. Me topo con los otros chilenos que fueron desde Viña y con lo que me queda les tiro un “vamos perro”.  Va quedando menos y trato de no hacer el cálculo mental pace x kilómetros que quedan. Pienso en cualquier cosa: quedan 7 kms (esto lo corro todas las semanas), quedan 5 kms (una vuelta a Santa María) y luego ya me cambié a millas porque eran menos XD… 3 millas, 2, 1, vuelta a la plaza y a la meta donde llego golpeado, pero fuerte, entero, feliz y agradecido de poder estar sano y hacer esto. Llegando sólo quería abrazar a la Cata, nada más. Ni foto me saqué, no sé, no procesé. Esto era tanto de ella como mío, por lo que me fui para el lado a buscarla y los voluntarios querían que me fuera para el otro lado por la medalla ¡me tenían uno de cada brazo y no me querían soltar! No estaba ni ahí con el protocolo. “Cataaaaaaa” grite a lo Rocky y ahí apareció entre la gente.

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Mejor momento de la carrera y la Cata con su reloj más el de repuesto que por suerte no usamos

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Finish Line

Fui el sexto triatleta en llegar, pero el quinto mejor tiempo total, desplazando de ese spot a “Brian Arnold” que ya había llegado un poco antes. Eso hizo aún más dulce la llegada, porque lo notificaron por altoparlante.

Para redondear, llegamos primeros de la categoría y quintos de la general con una maratón sub3, asegurando el famoso cupo al Mundial a disputarse en Octubre 2024 en Hawaii. Al final el AG 40-44 entregó 3 cupos.

Recomiendo Wisconsin si lo que quieres es un agua tranquila y una bicicleta desafiante, pero muy entretenida (en cualquier lugar de Chile la podrás entrenar bien). El trote te lo vas a sufrir en cualquier carrera, pero acá te vas a sorprender de la tremenda asociación entre organización/voluntarios/espectadores, que es realmente un apoyo espectacular y hará que goces toda la Maratón. Si eres de los que se conecta con el ambiente y la naturaleza, esta carrera sin duda te va a entregar eso y harto más. Por último es una carrera con 70.3 el sábado y Ironman el domingo, por lo que se puede venir en grupo y planificar diferentes distancias.

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¡To Kona Baby!

Finalmente sólo agradecer.

Agradecido de todos quienes me acompañaron a la distancia, agradecido de nuestro querido Runnit, que estuvo pegado todo el día al celular y a la cámara que puso Ironman en vivo para la meta. Agradecido de mi familia, Castro’s y Gerstle’s por tenerme siempre un menú especial, agradecido de mi equipo en Aeropost y, por supuesto, de mi núcleo familiar: mis niños y mi gran Cata que no podría haber hecho esto sin su apoyo.

No tengo sponsors porque no soy profesional, pero sí quiero destacar apoyos. Quiero destacar a Nescafé, Gatorade y The Wild Foods, que se la han jugado con el team siempre y nos permite tener este extraordinario grupo de runners y triatletas. A Biocare de Tite Dusalliant, que gracias a sus suplementos evitamos que Juan Martín me contagiara de laringitis la semana anterior. A Norpat por la buena onda y calidad de sus productos/taller y a Premiumtri de Rodrigo Ballivian, por el tremendo servicio específicamente en trajes de agua.

Agradecido de Trichile y la comunidad de Triatletas por este espacio. Si llegaste hasta acá leyendo, eres un/a bacán y cuenta con un 30% de descuento en Wild Foods con el código RUNNITAKONA30

¡Muchas Gracias!

José Ignacio Castro M.

@jicastri

Fecha de la carrera:Domingo 10 de septiembre de 2023

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