Cecilia Valdes: “La apuesta por una ilusión“


Race Report Ironman 70.3 World Championship Niza 2019

La tentación de describir el minuto a minuto de la carrera de forma cronológica para un race report es alta, pero yo ya después de algunos días, creo más importante compartir cómo fue mi preparación y planificación de la carrera, porque sin duda fue la clave para el éxito. Bueno, éxito en el entendido que sin ser mi mejor tiempo, por lejos ha sido la mejor carrera en sensaciones y en el mejor resultado en una cita de este tipo: lugar 14 en mi categoría y entrar entre el 5% del total de las competidoras (1979 mujeres age group).

Un mundial se puede enfrentar de distintas formas, haber clasificado es un logro en sí, por lo que la pura experiencia de participar y de compartir el mismo circuito con los mejores del mundo ya es un premio muy gratificante. Pero yo había estado en dos ocasiones anteriores, por lo que esta vez decidí ponerme una meta y quería estar entre las top 15 de mi categoría.

El desafío era bastante exigente, pero este circuito tenía algo especial que me hacía ilusionarme: los 90k de la bicicleta prometían ser muy duros, con un desnivel poco común para este tipo de competencias (1.200 metros aprox) y descenso bastante técnico. Personalmente la bicicleta es mi disciplina favorita y si es con escalada, mejor aún, por lo que tenía que sacar ventaja de mi fortaleza.

Pero una cosa son las ganas y otro es el tiempo que uno tiene y puede dedicarle a entrenar. En abril corrí el 70.3 de Punta del Este y quedé bastante resentida, me hice varios exámenes y encontraron una hernia lumbar y uno que otro problema por ahí, y ya quedaba menos tiempo para empezar el ciclo de entrenamiento. Por todo lo anterior decidí hacer un período básico bien a conciencia de preparación física para reforzar las zonas más débiles y prepararme para el período específico. Eso también me obligó a cambiar un poco la forma de entrenamiento, debía trabajar en mis zonas de intensidad por poco rato. La única forma de que eso resultara era conociendo bien cuáles eran mis zonas de potencia y de frecuencia cardíaca; es así como los watts y el pulso fueron los indicadores más importantes durante los 3 meses de entrenamiento y en la carrera. El entrenamiento de calidad y no en cantidad fue clave.

Hasta ahí es más menos lo que habitualmente se ve para preparar cualquier carrera, pero yo fui un poco más allá. Así como el cuerpo, descubrí que era fundamental preparar la cabeza y comencé a leer y practicar técnicas de mindfulness. Aprendí a sacar provecho de algo tan simple como la respiración, que si uno sabe y lo hace de la forma adecuada, da muchos beneficios: baja la ansiedad, mantiene en calma y te focaliza en lograr tu objetivo.

La preparación fue integral: el entrenamiento lo complementé con un buen plan de nutrición, exámenes periódicos de salud y prácticas de respiración cada mañana que además me servían para controlar mi variabilidad cardíaca y comprobar mi capacidad de adaptación al esfuerzo físico. Pero tan importante como todo lo anterior fue el tiempo que me di para el descanso, que creo que es lo que más nos cuesta como deportistas. Me di cuenta que si entrenaba mientras estaba cansada, mi cuerpo no rendía, me costó, pero lo aprendí, y creo que fue uno de los factores que han hecho la diferencia en mi mejora de este último tiempo.

Entre una y otra cosa van sumando horas y horas de dedicación, pero lo cierto es que yo no tengo mucho tiempo. Mi trabajo es bien demandante y así como me gusta dar lo mejor de mí en las competencias, busco el mismo profesionalismo y dedicación en la oficina. Esto lo menciono porque me ha obligado a ser muy eficiente en los entrenamientos, comenzar muy temprano en la mañana, para ya estar a las 8 lista y enfocada en el trabajo. Nuevamente, el entrenamiento de calidad y no en cantidad, fue clave.

Sin embargo, por más que uno haga una buena preparación, si la planificación de la carrera no es buena, toda ilusión puede desaparecer. Yo le dediqué un buen tiempo a la planificación, me asesoré con personas que sabían y confié en su criterio.

Sabía que la carrera iba a ser muy difícil y yo me había autoimpuesto un desafío que era bien exigente (tanto que no me atrevía mucho a comentarlo antes de la carrera). Mi prueba débil siempre ha sido la natación, pero esta vez venía mejor preparada, trabajé mucho la técnica y la fuerza en la espalda y brazos. Así que sólo debía confiar, respirar profundo y decidirme a salir a competir desde el primer momento. Habitualmente mi plan es salir del agua y empezar a darlo todo en la bicicleta, pero sabía que acá no podía perder ni un segundo. Convencida me tiré al agua y antes de los 35 minutos ya había terminado, sorpresa para mí y feliz por el tiempo, considerando que estaba bien movido a pesar de lo tranquilo que se veía desde afuera.

Muy entusiasmada hice la T1 y me subí a la bicicleta, el plan ahí era no improvisar nada. Llevaba escrito en el manubrio los watts que debía ir en cada tramo del circuito, incluso en dónde debía comer. Lo habría entrenado muy bien, por lo que sólo debía cuidarme de los pinchazos y de las penalizaciones, y bueno, de no salirme en ninguna curva, la bajada era bastante peligrosa, muy rápida para los que saben bajar, pero bien trabada para quienes no. No tenía idea del tiempo que podría hacer, sólo sabía que si no me salía de mi zona de potencia, podría bajarme a correr bien. Y así fue, terminé la bicicleta con la alegría de haber recorrido un circuito espectacular, sintiéndome muy bien y con las ganas de salir a correr y terminar la carrera.

Salgo de la T2 y me gritan que voy 18 de la categoría, feliz, pero sabiendo que no sería fácil remontar. Me lo tomo con calma, vuelvo a respirar y salgo a hacer lo que ya habría entrenado harto, con paciencia y manteniendo los watts en el trote, nunca supe a qué ritmo iba, sólo se que el paso me era cómodo y debía mantenerlo. En el km 6 me dicen que ya voy 14, vuelvo a respirar, foco en la carrera y a seguir haciendo lo planificado, no salirme de la zona de potencia. El circuito era “plano” pero a ratos la carrera se ponía cuesta arriba.

El último giro lo di en el km 16, volví a respirar, y ahí fue cuando más que nunca usé todo lo aprendido, ya me quedaba poco en el cuerpo, pero la cabeza tenía capacidad de sobra para llevarme a la meta, así que nuevamente, respirar, paciencia y foco, y así se me pasaron los últimos 4 kilómetros. Cuando vi el arco y pisé la alfombra, sonreí, la carrera ya había terminado, no sabía si había logrado meterme top15, pero mi principal objetivo lo había logrado, terminé mi 3er mundial, había cumplido el plan tal como lo había trabajado y me sentía increíble!!!

Me quedo con esa sensación de cruzar la meta y con todo lo aprendido en el proceso, un proceso largo y que involucró a mucha gente. Agradecimientos especiales a las marcan que me apoyan: Taymory, Saucony, Polar y Personal Best. A quienes me ayudaron en el entrenamiento: Run Club (Luis Montenegro), TYM Sport Triatlón (Rubén Arias), José Garrido, Luis Rojas y especialmente a Felipe Araya.

Cecilia Valdés

Fecha de la carrera: Sábado 7 de septiembre de 2019

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