Desastre en Mendoza




La foto no dice mucho. Sólo que voy solo y que estoy a punto de tomar una botella de “Eco de los Andes”. Era a fines de Marzo de 1999 en Mendoza. Voy pasando frente a la sede del Club Mendoza de Regatas en pleno parque General San Martín. Un lugar soñado para un triatlón. Fuimos con mi compadre Claudio Correa y nuestras respectivas señoras. Nos fuimos el Sabado un poco tarde, nos demoramos en la Aduana y llegamos en la noche a Mendoza. La carrera era el Domingo en la mañana. Tuvimos dificultades para conseguir nuestro kit de carrera, pero finalmente lo logramos.


Era un olímpico con 8 vueltas de Ciclismo y 5 de Trote. Primero corrían los Amateurs y después los Elite. Salgo en punta del agua, con al menos 1 minuto de ventaja. Me subo a la bicicleta y le pongo con todo. El hecho de ir puntero y estar acompañado por una moto con baliza encendida me motivó muchísimo. Cada vez que completaba una vuelta el locutor anunciaba “ahí viene el ssshhhileno”. Miraba para atrás y nadie a la vista. Era un circuito sin cruces por lo que no sabía cuanta ventaja llevaba. Después supe que todo el tiempo mantuve la ventaja de 1 minuto. Ahí estaba yo disfrutando del sueño del pibe.


Completando el 7º giro me paran y me hacen entrar al parque cerrado, mientras yo gritaba que me faltaba una vuelta. No me dejaron seguir, así es que partí trotando. Al segundo que venía a 1 minuto le pasó lo mismo y partió a pillarme. Ahí los organizadores se dan cuenta del error y a todo el resto lo hacen completar los 8 giros. Mi cabeza estaba en cualquier parte pensando que nos descalificarían, pero por otro lado no era mi culpa. En fin, doy el primer giro de 2 km al lago con mi escolta a 300 metros y nadie más. Completo el giro y recien ahí veo a los siguientes corredores comenzar el trote. Mi cabeza seguía tratando de dilucidar que iba a suceder. Lo que parecía un sueño dejo de serlo. Lo estaba pasando mal. Iba puntero pero muy molesto.


El argentino que me seguía me pilla en la tercera vuelta. Yo muy tranquilo porque estaba con mucha fuerza y ganas. Decidí seguir su ritmo y jugármela en el sprint final. El había hecho el esfuerzo de pillarme y supuse estaba un poco mas cansado. Volví a la carrera y me había propuesto ganarla. Corrimos la cuarta vuelta juntos y yo muy cómodo para entrar en la última y ponerle con todo.


Faltando 100 metros para completar la cuarta vuelta, Sorpresa!!, el argentino pega un palo y gana. Eran sólo 4 vueltas!! Por alguna razón que desconozco acortaron el trote, lo cual fue explicado en la reunión de carrera del día anterior, a la que por supuesto no asistí. Que frustración más grande. Al menos los organizadores respetaron mi 2º en la general y 1º en la categoria. Después de esto aprendí que uno debe llegar con tiempo a las carreras y asistir a las reuniones de carrera aunque sean una lata. También comencé a entender que en las carreras siempre hay dificultades y el buen o mal desempeño depende en parte de la capacidad de administrar los problemas. Si me hubiera concentrado, jamás debí dejar que mi escolta me pillara en la 3ª vuelta. Yo tenía piernas para mantener la diferencia, pero mi cabeza quizo otra cosa y en definitiva, regalé la carrera.


 

El Protagonista de esta historia es Ricardo Cumplido, quien nos mandó la foto y nos contó su historia en primera persona.
 
Gracias Ricardo!
 
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